La meta global consiste en brindar a los clínicos la mejor información de diagnóstico posible a la menor dosis posible.
Existe una variedad de maneras de romper el equilibrio entre la dosis y el beneficio:
Justificación del procedimiento: Los protocolos tradicionales, impulsados por los modelos de reintegro, suelen demandar la menor y más simple dosis; en primer lugar, los rayos X, luego el escaneo de TC, luego la RNM o alguna variación de los mismos. Pero lo cierto es que, puede tener más sentido comenzar por un escaneo de TC, ahorrando la exposición a la radiación (y ni que hablar del tiempo y el gasto) de los rayos X u otro escaneo preliminar, y logrando un diagnóstico definitivo con mayor rapidez.
Optimización del procedimiento: Los clínicos tienen que exigir la tecnología y la capacitación que les permite mejorar y ajustar las imágenes obtenidas a menores dosis. Esto produce el beneficio del diagnóstico a la vez que limita la dosis; un éxito en ambos sentidos.
Protocolos de normalización: Los datos de los exámenes de los pacientes con respecto a la exposición a la radiación todavía son subutilizados. Comprender la variabilidad entre escáneres en un departamento es un buen primer paso a garantizar la administración de dosis de radiación estándar.
Como la mayoría de las cosas en la vida, la radiología diagnóstica se ve mejorada cuando se encuentra el equilibrio entre los beneficios del diagnóstico y la dosis requerida para llegar a ese diagnóstico. Lograr ese equilibrio resulta cada vez más sencillo mediante una combinación de evidencia, tecnología e inteligencia, y yo tengo fe en que estos avances continuarán sucediéndose. Y a medida que lo hacen, los pacientes y los clínicos deberían seguir teniendo en cuenta la historia real: el riesgo real y las retribuciones.